Finalmente
llegó el momento de hacer balance y cerrar el círculo que empezó
hace ya unos cuantos meses en esa primera sesión en el aula en la
que hablábamos de un bisturí.
Aún
recuerdo el día que vi que este año tocaba la asignatura de
expresión, y sinceramente me daba más miedo que las matemáticas o
cualquier lingüística, me iba a enfrentar a mi talón de Aquiles, y
es que nunca he sido una persona excesivamente expresiva, en ningún
aspecto.
Recuerdo el día que conocimos a Jorge, un tío
apasionado de su trabajo, enamorado del movimiento y la expresión.
Una cosa estaba clara, iba a haber muuuuuucha práctica, el
apasionado iba a intentar transmitir su pasión con todos los miedos
que tuviese. Mi temor hacia la asignatura incrementaba.
La
primera clase no pareció muy complicada, aunque los pies dolían de
correr descalzos. Pero jugar al tula era solo el principio, luego
llegó el globo imaginario y el muelle ¿¡Qué grabe qué y dónde!?
Tres tazas de valor necesité yo para grabar el muelle en mitad de la
playa, cuando llegué solo pensé que debería haber ido más
temprano, que cantidad de gente, ni la plaza del ayuntamiento el 19
de marzo… (o almenos esa era mi percepción).
La
verdad que me sorprendió la manera de Jorge de meternos dentro de
las clases, dentro de la expresión, casi sin enterarnos… Pero no
podía engañarme por mucho valor que reuniese cuando tenía que
hacer algo se me venía el mundo encima…
Poco
a poco fui deshaciéndome de ese miedo, de esa inseguridad que me
perseguía, tomado conciencia de los movimientos de mi cuerpo,
simplemente atreviéndome…
Una
pena el parón de las vacaciones, ese break supuso un corte en
mi progresión bastante significativo, me dio rabia, y hoy me da aún
más. Lo noté con el trabajo que tuvimos que realizar durante las
mismas, lo preparé pero en el momento ni los ánimos de mis
compañeros consiguieron que me expusiera y enseñara mi trabajo (sí,
una pena).
Pero
la asignatura siguió, sin más parones, y se acercaba el trabajo
final. Con palabras claras: esta vez no podía rajarme, pues no solo
era mi trabajo y mi nota, si no también la de mis compañeros.
Aprovecho este momento para darles las gracias también a ellos, por
apoyarme, por tirar de mí cuando mis miedos afloraban, por confiar
en mí… en fin por un millón de cosas les estoy agradecida, sin
ellos no habría sido posible.
Es
curioso cuando tienes la sensación de que no estás haciendo nada,
de que no estás aprendiendo y de repente paras, reflexionas y vaya
que si hemos aprendido…
Creo
que mi principio y mi final respecto a la asignatura muestran una
progresión notable. No solo he perdido gran parte de ese miedo con
el que empecé y he podido exponer mis trabajos, es que incluso lo he
disfrutado, he sentido muchas cosas, cosas a las que resulta
extremadamente difícil poner palabras pero de las que estoy muy
orgullosa (cosa que ya intenté en una entrada anterior). He asistido
a casi todas las clases, salvo un par de ocasiones por contratiempos
que tenemos todos. Conforme fue pasando el tiempo mi participación e
implicación fue aumentando también, aunque individualmente me costó
hasta el final verdaderamente aproveché los momentos en que todos
trabajamos a la vez, ya que saber que no te están mirando todos,
quizás incluso nadie lo estuviera haciendo, me ayudaba a dar más de
mi, por este motivo considero que, aunque mucho más discretamente
que otros compañeros, sí que he trabajado, ya que en clase he
llevado a cabo todas las actividades propuestas: el tula y sus
variantes, las de simultaneidad, las estresantes persecuciones, con
el tránsit, el teatro de pies, las cargas, un par de avances de la
actuación final… He asistido a los dos cinefórums y también a
las dos asambleas. También me han faltado cosas, hasta que Jorge nos
lo recordó un poco el día de la segunda asamblea teníamos el blog
un poco abandonado (¡luego le hemos metido bastante más caña!),
por motivos personales no pude realizar los segundos
cinematográficos, y en general soy consciente de que mi
participación podría haber sido mayor. Por todos estos motivos me
califico con un 7.
Un
día de las actuaciones Jorge dijo que muchos alumnos, cuando
finalizaba la asignatura, decían que ojalá volviera a empezar para
afrontarla desde donde estaban en ese momento, para disfrutarla desde
el principio, para aprovecharla al máximo… y yo me identifico
tremendamente con ese pensamiento.
Poco
más por decir me queda. Volver a agradecer la experiencia a Jorge y
a los compañeros, especialmente a mis compis de grupo pero también
al resto, porque con otras personas hubiera sido diferente y ha sido
un placer vivir esta experiencia con todos ellos.
Al
principio de esta reflexión decía que aquí se cerraba el círculo,
pero más que cerrarse simplemente coinciden el primer y este último
trazo. Dicen que un círculo no tiene principio ni fin, o que ambos
puntos son el mismo… total que aunque aquí acabe una etapa con las
expresivas este no es el fin y seguro que el círculo se sigue
dibujando por encima siendo su el grosor de su linea cada vez más
espeso.
“En
el círculo se confunden el principio y el fin” - Heráclito de
Efeso.
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